Los primeros años de bodegas Valdaya fueron difíciles, pero en 2013 todo cambió. Reclutaron a una pareja de jóvenes como enólogos de la bodega, Marta Ramas y Miguel Fisac.
Con el proyecto de Valdaya volvieron a su tierra natal, la Ribera del Duero, para empezar una nueva forma de vinificar basada en micro fermentaciones parcelarias y llevando a cabo cada proceso manualmente para expresar el máximo potencial de cada terruño. El concepto era simple: a partir de cada una de los nueve mejores parcelas vitícolas de los productores familiares, harían nueve barriles de vino, lo que mantiene la identidad de cada parcela a través de las diminutas cantidades de vino realizadas en cada barril, a pesar de que después se haría un cupaje de las diferentes barricas.
Los vinos resultantes mostraron sedosidad, elegancia, la pureza de la fruta, una finura clara que inmediatamente los diferenciaba de la mayoría de los otros vinos hechos en Ribera. Los vinos eran prometedores, no tanto por el vino en sí, sino por las personas que lo habían hecho y por cómo lo hacían. Ahí nace el nuevo VALDAYA.