Los primeros indicios de vid y vino en la región de Bages se encuentran en las villas romanas. En la villa de Boades (Castellgalí) se encontró una pieza de cerámica ibérico-romana que data del siglo I o II a.C., que contenía una inscripción con la palabra VINUM.
Entre 1860 y 1890 fue la región con más viñedos de Cataluña (hasta 27.700 hrctáreas). Fue la fiebre del oro para los viñedos del Bages. Los viñedos de Bages llevaban en expansión muchos años, pero la plaga de filoxera que devastó la vid francesa desde 1860, hizo que la demanda de vinos se disparara, multiplicó los precios y llevó a los campesinos a plantar vides por todas partes para aprovechar el momento. Así que los viñedos treparon a través de las montañas y nació un nuevo paisaje estructurado con terrazas de piedra seca y cabañas de viñedos.
A partir de esta época de esplendor queda el patrimonio único de las tinas a pie de viñedo, gran parte de ellas situadas en la Vall del Flequer y el arroyo de Mura y Sant Esteve. Constituyen una de las joyas del patrimonio etnológico de Cataluña. Entre las variedades blancas que se cultivan en el Bages, la más representativa es la Picapoll. Es una variedad autóctona del territorio, da una gran identidad y aporta una gran personalidad a sus vinos.