A mediados del siglo XIX cambió de manos tras la desamortización de Mendizábal y fue el empresario vasco Toribio de Lecanda y Campo compró la finca en 1842. Después de perder a su esposa, en 1859 se la traspasó su hijo Teodosio Lecanda Chaves, un reconocido arquitecto que construyó su casa a imagen de un caserío vasco en honor a su tierra, la cual hoy se conserva como vivienda familiar.
La bodega Dehesa de los Canónigos destaca precisamente por su arquitectura, las naves se fueron reconstruyendo poco a poco, hasta albergar lo que es la bodega actualmente. Sus vinos son el reflejo de la pasión de cinco generaciones dedicadas a elaborar vinos de calidad. Cada uno de ellos tiene una historia que contar, son la expresión de cada una de las parcelas de su finca.